“mira que eres torpe”
“eres un vago”
“es muy sensible”
“despistada”
“muy estudiosa”
“es igual a …”
…
¿Te suenan algunas de estas expresiones?
Las “etiquetas” son como una marca, una forma de definir y clasificar. A menudo, durante la infancia, se ponen etiquetas a los niños y niñas por alguna de sus conductas, características físicas o mentales.
Estas etiquetas colocadas durante la infancia pueden llegar hasta la edad adulta, pudiendo mantenerse toda la vida y condicionando tu forma de comportarte a lo largo de los años.
Durante la infancia empezamos a crear una imagen de nosotros mismos en base a como nos ven las personas que nos rodean, especialmente las personas que son importantes para nosotros, nuestras figuras de referencia (papás, abuelos, profesores…). Los niños y niñas, comenzarán a verse a sí mismos en función de lo que el entorno dice de ellos, por lo que si se les definen con etiquetas y estas se repiten continuamente, acabarán asumiéndolas y comportándose en base a ellas, sintiendo que de alguna manera son así, y que por mucho que quieran, no podrán cambiar. Asumen la etiqueta de forma rígida, sea verdad o no, actuando acorde a ella de forma inconsciente.
Podrías pensar que no todas las etiquetas son iguales, que hay etiquetas positivas y etiquetas negativas, sin embargo, todas pueden llegar a tener importantes consecuencias, condicionando el desarrollo y repercutiendo en la personalidad adulta.
Las etiquetas negativas, suelen hacer referencia a condutas inadecuadas, desaprobadas socialmente, o juzgan alguna habilidad, alguna característica física o mental (“torpe” “gorda” “vago”…). Estas etiquetas no ayudan a cambiar el comportamiento, aunque muchas veces su intención encubierta sea esa. Por el contrario, influyen en la manera de comportarse y sobre la autoestima.
Las etiquetas positivas, se suelen utilizar para resaltar en exceso una cualidad, característica o comportamiento (“el más guapo”, “muy estudioso”, “es la más buena”, “siempre es muy responsable”…), sin embargo, tampoco son del todo sanas, también pueden generar consecuencias negativas. Estas etiquetas te obligan a tener que cumplir unas expectativas, lo que se espera de ti, ¿qué pasa si no cumplo con mi etiqueta? Tal vez podrías pensar algo así como que vas a decepcionar, por lo que necesitas cumplir con la etiqueta para tener el cariño y la aprobación de los demás.
Las etiquetas son muy fáciles de poner, pero muy difíciles de quitar.
No hay etiquetas buenas, porque todas pueden afectar, limitar o condicionar.
¿Te han puesto alguna etiqueta durante tu infancia?, ¿Podría seguir contigo de alguna manera a día de hoy?
Si es así, te animo a que pares un momento a escucharte. Permítete conectar y entender cómo esa etiqueta ha podido condicionar o influir en ti, en tu forma de ser o en tu comportamiento.
¿Cuál es la etiqueta que te acompaña?
¿Cómo te ha condicionado, limitado o influido esa etiqueta?
¿Sería posible ir rompiendo las cadenas que esa etiqueta ha supuesto para ti?
¿Qué cosas te gustarían que fuesen diferentes a lo que esa etiqueta está diciendo de ti?
¿Podría comenzar a hacer alguna pequeña cosa para empezar a cambiarla, y de esta manera, deje de limitarte o condicionarte como lo hizo hasta ahora?
Las etiquetas se pueden ir rompiendo poco a poco, soltando todo lo conllevan para ti.
Fomenta, estimula, motiva y refuerza las capacidades en ti y de los demás de una manera sana.
Cristina Domínguez Barcala, Psicóloga colaboradora del Gabinete Psicología y +