Los niños/as en la actualidad están sometidos a elevadas exigencias. Se nos transmite que han de ser brillantes en múltiples áreas: escolares, deportivas, sociales … y parece que en función de ello se nos juzga como padres y madres.
Sugerencias para casa:
• Vivir el presente. Establecer unas metas simples, concretas y a corto plazo. Proponer metas muy elevadas y difícilmente alcanzables para el momento y las características actuales, puede devenir en sentimientos de fracaso constante.
• Proporcionar un modelo adecuado de conducta: “no gritar si no queremos que griten”.
• Organizar la rutina y los horarios de vida cotidiana en casa para los días laborales y también para los fines de semana.
• Evitar comparaciones con hermanos o iguales. Las normas ayudan a crecer y las responsabilidades también.
• Normas sencillas, claras, cortas y concretas.
• Asegurarse de que el niño/a escucha cuando le indicamos una norma. Mantener contacto ocular.
• Dar un soporte a las normas: escribir las normas en un papel, cartulina y colocarlas en un lugar visible.
• Debemos dar tiempo a los niños para que interioricen las normas. Los cambios de conducta llevan su tiempo.
• Las normas deben de ser relevantes, claras y útiles.
• Podemos premiar el cumplimiento de las normas. El mayor premio para un crío/a es pasar tiempo con los padres.
• Las normas han de establecerse en un clima afectivo y de confianza.
• Cuando los padres ayudan a sus hijos/as con los deberes o actividades escolares los niños/as los ven como “profes” y no como padres. Es conveniente separar los tiempos, tiempo de apoyo o/y aprendizaje y tiempo de ocio.
• Durante el tiempo de ocio los niños agradecen que sus padres jueguen con ellos y que los escuchen. El vínculo afectivo, el cariño, el amor… se puede cultivar entre las matemáticas y el inglés, pero yo apuesto en cultivar el amor de madre o padre en momentos más relajantes, y sobre todo con niños/as con ciertas dificultades de aprendizaje o ciertos hándicaps.
Deberíamos dedicarle un tiempo para reírnos con ellos, jugar a cualquier cosa, o simplemente charlar. Además, ya se sabe, que el ayudar en casa a nuestros hijos/as con respecto a los deberes, trae la mayoría de las veces un montón de conflictos. Los niños/as suelen decir a sus padres “profes” que están anticuados y que no saben de la materia y los padres muchas veces están cansados del trabajo y menos receptivos.
Beatriz Millán